En 2009 cuando apenas había surgido la implementación masiva de apps, promovida por la generalización en el uso de los teléfonos inteligentes y el surgimiento de App Store y Android Market, un joven ruso de 17 años creó la web Chatroulette, un vídeo-chat que nos enfrenta a los rostros, los cuerpos y los espacios íntimos de millones de personas desconocidas de cualquier lugar del mundo de manera aleatoria. Los usuarios podían cambiar de interlocutor constantemente pulsando el botón Next, haciendo que la gran mayoría de los enfrentamientos visuales con el otro durara a penas unos segundos antes de pasar al siguiente. Durante 2010 en el estudio madrileño El Forn (2009-2020) Periñán creó un inmenso archivo de retratos a través de capturas de pantalla de este y otros programas similares, que fué traducido a varios formatos, entre ellos el vídeo que se presenta y de nombre homónimo al proyecto, Next (también el mismo nombre de la empresa fallida que fundó Steve Jobs tras su expulsión de Apple). En 2020, 11 años después de la aparición de Chatroulette, la conferencia por vídeo se ha convertido en un modo habitual de comunicación y la pantalla de vídeo compartida forma parte del imaginario de gran parte de la población. Este proyecto trata fundamentalmente sobre la manera en cómo interactuamos con los otros a través de la tecnología. En la actualidad, las reflexiones en torno al proceso del proyecto han servido a su autor para diseñar el Máster Universitario de Realidad Extendida de la Universidad Internacional de La Rioja en los que elementos como el zapping, el consumo masivo de estímulos digitales, el voyeurismo y las nuevas formas de afecto o las distintas formas de manipulación de la verdad se ponen de relieve por el papel fundamental que desempeñan en la era digital en la que nos encontramos inmersos. El mismo año que se confeccionaba el archivo, Remedios Zafra publicaba Un cuarto propio conectado (Fórcola,2010), obra en la que se planteaba la reapropiación del cuarto propio de Virginia Woolf, tradicionalmente identificado como parte de la esfera privada, para contextualizarlo en la actual Cultura-Red; convirtiéndolo por tanto en un cuarto propio conectado a Internet, constitutivo en consecuencia de espacio público online. “Un escenario online que enmarca cada vez más nuestras relaciones laborales y afectivas con los otros, pero que además contribuye a rearticular la gestión de nuestros tiempos propios y nuestra producción creativa frente al ordenador.”